martes, 1 de febrero de 2011


De pequeña, soñaba con casarme con un príncipe azul que pareciese salido de alguna peli de Disney. Después me enamoraba de los actores guapos de las pelis americanas. Ahora sólo busco casarme con alguien normal, con sus rarezas, con una forma particular de doblar las camisas en mi armario, con la llave de nuestra casa y sin planes de futuro. Deseo tener alguien a quien abrazar después de una bronca con el jefe, perderme en sus brazos y no despertar hasta el día siguiente, aferrada a él, sintiendo nuestra conexión del primer día. Alguien al quien no le importe llevarme la contraria, ni que me dé la razón como a los tontos. Alguien con ideas claras que sepa muchos idiomas para manejarse sin dificultad por el mundo, por mi mundo. Alguien que me diga lo bien que me queda la camisa, por la que me gasté la mitad de mi sueldo; y llevar los primeros botones desabrochados y volverle loco. Alguien que me diga algunas mentiras piadosas y jure que nunca había querido tanto a alguien. Alguien al que no le moleste que le mire a escondidas mientras que hace algo, y cuando me descubra sonriendo embobada en la penumbra, lance un beso sincero al aire. Alguien que, cuando me pueda el sueño entre sus brazos, me despierte dulcemente y me encuentre a un centímetro de mí, sus labios.

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