viernes, 9 de julio de 2010

Deseo


Y de vez en cuando alargabas la mano o movías el pelo... y el aroma me aturdía otra vez.
Entonces estuviste a punto de morir aplastada ante mis propios ojos. Más tarde pensé en una excusa excelente para justificar por qué había actuado así en ese momento, ya que tu sangre se hubiera derramado delante de mí de no haberte salvado y no hubiera sido capaz de contenerme y revelar a todos lo que éramos. Pero me inventé esa excusa más tarde.
En ese momento, todo lo que pensé fue: "Ella, no".

Cerró los ojos, ensimismado en su agónica confesión.
Yo le escuchaba con más deseo de lo racional. El sentido común me decía que debería estar aterrada. En lugar de eso, me sentía aliviada al comprenderlo todo por fin. Y me sentía llena de compasión por lo que Edward había sufrido, incluso ahora, cuando había confesado el ansia de tomar mi vida.

Crepúsculo ♥

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